Cada minuto cuenta y cada visita salva. En los rincones del mapa, donde la tierra del camino se confunde con las distancias que se miden en horas, no en kilómetros, hay una política de sanidad: llegar puede marcar la diferencia entre una vida complicada y una vida cuidada.
Ese es el objetivo con el que avanza el programa Familia Rural Sana, una política pública del Gobierno de Córdoba que, a través del Ministerio de Salud y la Secretaría de Medicina Preventiva y Vinculación Territorial, se propone llevar el sistema de salud a las familias donde la atención médica se vuelve dificultosa.
“Para eso hay que llegar primero, pero llegar con el equipamiento justo. Llegar con unidades dotadas, con el mejor equipamiento posible, y eso es lo que estamos haciendo”, señala el gobernador Martín Llaryora en referencia a la infraestructura sanitaria.
El programa recorre más de 200 parajes rurales del norte profundo de Córdoba. Parajes donde muchas veces el único signo de la presencia del Estado es el dispositivo, baja un tensiómetro y pregunta cómo anda la presión o cómo va la dentadura de los chicos.
Cada equipo está compuesto por un médico, un odontólogo, un enfermero y un paramédico. Cuatro figuras esenciales que llevan adelante una tarea tan concreta como vital: prevenir, controlar, educar, escuchar.
Estos equipos celebran cada 4 de julio, el Día del Médico Rural recorriendo kilómetros de rutas cordobesas para llegar a dispensarios, llevando no solo atención sanitaria, sino también escucha, compromiso y presencia.
“Familia Rural Sana es un programa que tiene como base la territorialidad.
Funciona desde el año 2014 y tiene como objetivo llegar a cada uno de los lugares en donde el acceso a la salud es dificultoso. La idea nuestra es visitar esos territorios, esos lugares donde la necesidad es real”, explica Gustavo Klein, secretario de Medicina Preventiva y Vinculación Territorial.
El funcionario remarcó que para llevar una atención eficiente a cada paraje, se trabaja de manera mancomunada con promotores sanitarios y cada uno de los presidentes comunales o intendentes.
Este tridente prepara a la comunidad notificando que el programa llega en un día y horario para que los pacientes se acerquen al centro de salud e identifiquen necesidades puntuales.
Asimismo, Klein remarca que la atención incluye visitas domiciliarias a aquellos vecinos que no pueden salir de sus hogares en los parajes rurales. “A esas casas vamos después de la jornada”, agrega Klein.
Beneficiarios
En los parajes rurales de San Vicente, Familia Rural Sana significa mucho más que una consulta. David Leal, vecino del lugar, lo resume: “Yo no tengo medio para movilizarme para ir a Villa Dolores, la gente acá no tiene como asistir a un doctor. Por eso a mí me conviene las visitas que realizan acá”.
David recuerda cómo cuidaba a su madre enferma, a veces caminando largos trayectos para que le tomaran la presión o le revisaran los medicamentos. “A veces la traía a pie para que la controlaran”, cuenta.
Malena Escudero también valora la presencia del Estado a través de este programa. “Es muy importante el tema de salud. A muchos se nos complica movilizarnos hasta la ciudad, hoy en día es bastante pesadito”, expresa.
Para ella, como para tantos otros, la posibilidad de hacerse atender sin salir del pueblo representa una mejora concreta en su calidad de vida: “Nos queda mucho más cómodo hacernos atender acá y no tener la necesidad de viajar. Que vengan los médicos nos facilita muchísimo a nosotros”.
Trabajo en el territorio
El programa está compuesto por un grupo de profesionales de la salud que llega a cada región rural. Para Sergio Serednicki, coordinador de Familia Rural Sana, ese vínculo directo con el territorio representa una decisión política clave: “Es algo que hemos querido siempre: la presencia del Estado en las comunidades rurales. La salud es un factor central en las comunidades“.
Los equipos médicos del programa están conformados por un médico, odontólogo, enfermero y paramédico, a los que se suman promotores de salud y profesionales de los nodos regionales.
Cada operativo, denominado jornada de salud integral, moviliza profesionales y recursos hacia zonas remotas, donde la presencia del Estado se vuelve fundamental.
La variedad de actividades que se realizan busca cubrir las múltiples necesidades sanitarias de las comunidades rurales.
“Hacemos electrocardiogramas a personas con enfermedades crónicas, ecografías para pesquisar hidatidosis, colocación de implantes, papanicolau, test de HPV, atención odontológica, controles generales, entre otras atenciones médicas diversas”, enumera Serednicki.
La propuesta no se limita a la atención médica básica: apunta a construir salud en conjunto con las personas de cada comunidad. Serednicki destaca que el abordaje es integral y participativo. “Se trata no solamente de atender enfermedades, sino también de construir salud con las personas de la comunidad”, sostiene.
“Eso se logra cuando los vecinos participan del diagnóstico, en la propuesta de estrategias, en la distribución de medicación, turnos o información. Hay una colaboración real entre el equipo y la gente del lugar”, subraya.
Así, Familia Rural Sana fortalece una red de cuidado que une a las personas con el sistema de salud, más allá de las distancias geográficas.
Mónica Tobárez es enfermera y vecina del paraje La Jarillas, ubicado a 85 kilómetros de Villa Dolores. Forma parte del equipo del programa Familia Rural Sana, al que se sumó en 2015 y al que volvió hace dos años tras trabajar en otros proyectos de salud.
Su área de trabajo y cobertura comprende desde San Vicente hasta Villa Pocho, Cruz del Eje y Chancani Bajo, acompañando al equipo médico en cada jornada. “Me encanta trabajar en las zonas rurales, que es lo que he hecho toda mi vida: ir con el médico, controlar a la gente”, cuenta Tobárez.
“Que el gobierno de Córdoba esté con los vecinos de los parajes es muy importante, porque hay gente que no puede ir a lugares como el hospital general”, asegura.
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